martes, 29 de noviembre de 2016


             Cada año, por Halloween, en nuestro colegio, además de las ya clásicas recetas terroríficas, organizamos un certamen de relatos  en el que participan un gran número de alumnos y alumnas de todos los cursos. Resulta evidente que el tema les motiva y durante unos días leemos y corregimos cuentos poblados de vampiros, brujas, fantasmas, zombies y otros seres que vienen del más allá con la pretensión de asustarnos o, cuando menos, hacernos pasar un mal rato…, así es Halloween. Y, aunque esta sea una fiesta relativamente reciente, entre las muchas y diversas que celebramos a lo largo del año, no es nuevo, sin embargo, el interés que ha generado entre nuestro alumnado por escribir relatos que pretenden ponerle al lector los pelos de punta. A mí, personalmente, en su momento, ya lo consiguió Edgar Allan Poe (1809-1849), reconocido como uno de los autores universales del relato corto, creador de obras maestras de la literatura de terror que, ambientadas en  en un ambiente gótico y siniestro, te hacían sentir realmente escalofríos a medida que te adentrabas en alguno de sus magistrales relatos: “El corazón delator”, “El gato negro”, El pozo y el péndulo” “Los crímenes de la calle Morgue”. Conseguir ese ambiente que sugiere al lector que algo misterioso está ocurriendo, antes que mostrárselo explícitamente, fue la premisa de la que partimos para que nuestros jóvenes escritores creasen su Relato de Halloween.
Puedes leer los Relatos de Halloween aquí
También puedes verlo en formato  LIBRO DIGITAL

lunes, 28 de noviembre de 2016


Cuando los comics se llamaban tebeos y no existían e-books, tablets ni móviles, sumergirte entre sus páginas podía resultar tan atractivo como hoy en día  puede serlo cargar en tu play-station el Call of Duty Black Ops 3 o el Fifa 2016. Leíamos, entonces, con avidez, las sorprendentes historias de Mortadelo y Filemón; Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio; las travesuras de los hermanos Zipi y Zape; Anacleto, agente secreto; el pobre Carpanta, siempre pasando hambre, que era capaz de comerse hasta las suelas de sus zapatos; el botones Sacarino; las hermanas Gilda; y, durante esa semana, leíamos y releíamos, una y otra vez,  cada una de las historietas, mientras esperábamos que en el kiosko del barrio pusieran a la venta el siguiente número con nuevas historias de nuestros personajes favoritos.  De entre todos ellos, a mi me encantaba particularmente Rompetechos. Por eso, el otro día en clase, mientras explicaba el retrato caricaturesco y la hipérbole, antes que recurrir al clásico soneto “Érase un hombre a una nariz pegado” que Quevedo le dedicó a su enemigo poético, Luis de Góngora, se me ocurrió que mis alumnos lanzasen sus dardos literarios sobre la imagen de Rompetechos proyectada en la pizarra digital; pero, eso sí, por supuesto, con mucho cariño.


Puedes leer los retratos caricaturescos    
También puedes verlo en formato libro digital:   Rompetechos

domingo, 27 de noviembre de 2016


              Hace ya bastantes años, el destino o la casualidad decidieron que cayese en mis manos un libro titulado Historias de cronopios y de famas, de un escritor argentino llamado Julio Cortázar (1914-1984). Recuerdo que lo leí con una mezcla de curiosidad, asombro y sorpresa; aunque, en ese momento no fuera consciente de que estaba leyendo a uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto y la prosa poética. Sin embargo, ahora, con la perspectiva que nos da el paso del tiempo, he de admitir que su lectura generó el mismo efecto que causa una hoja al caer sobre el agua en reposo de un estanque. Esas pequeñas historias de cronopios me llevaron a seguir leyendo más libros de su autor, y éste, a su vez, me hizo sentir curiosidad por conocer lo que escribían otros autores de su generación, tales como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges. Y, como si de un previsible otoño se tratase, siguieron cayendo nuevas hojas en el estanque, Fedor Dostoievski,  Paul Sartre, Marcel Proust, Franz Kafka, Boris Vian, Charles Bukowski, Cervantes…

                Confieso que he leído y, aunque tenga la impresión de que cada vez los días tienen menos horas, sigo haciéndolo siempre que puedo y, por este motivo, entre otros, aún hoy en día, me sigo emocionando y sorprendiendo cuando en clase surgen historias entre determinantes demostrativos, morfemas de género y número y reglas de acentuación de los hiatos y diptongos;  historias que no pueden ni deben pasar desapercibidas ni caer en el olvido…, sería una lástima. Y esta es la misión de este blog que entre todos iremos creando.
 
Echa un vistazo a este vídeo. Espero que te guste.